Hola ayerbeceneienses. Como todos vosotros sabréis, este fin de semana se acabó haciendo hoguera para la festividad de San Pablo. El tiempo estuvo acechando durante todo el día pero al final la tradición se impuso y el buen tiempo (chispeó por momentos pero el lugar nos resguardó del viento) permitió que pudiesemos reunirnos todos en pandilla para cenar, beber y divertirnos. La longaniza, el chorizo, la panceta, el lomo, las tostadas, las berengenas, los calabacines, los pimientos... todo, hasta el último hueso de chulla fue vivazmente consumido por nosotros. Además, acompañados de un buen vino, reserva de la viña de Murillo de Antón, la cena se fue amenizando poco a poco hasta que llegó la hora de los cubatas. Bebimos y hablamos alrededor de la hoguera sin que el frío se notase en las inmediaciones de la susodicha, nos calentábamos vuelta y vuelta como correspondía en estas fechas y en esta festividad -un San Pablo sin frío no es un San Pablo- y bajamos al SENPA, al rato, para bailar y desprender nuestro particular olor a humo, otra de las tradiciones de esta festividad que se remonta al siglo XVII. Así fue pasando la noche, de la hoguera al SENPA, del SENPA a Lazcorra y de Lazcorra a casa, acabando de mañanas con una de las noches más tradicionales de ésta nuestra noble y fidelísima villa de Ayerbe.
La participación popular fue escasa y tan sólo una decena de hogueras se dejaron ver por las calles del pueblo. La tradición está decayendo y la gente del pueblo no debería dejar perder una de las festividades que más animaban las plazas y calles de la localidad durante décadas. Por no pasar un poco de frío o por no molestarse en comprar y en preparar la leña y el sitio para realizarla, mucha gente prefiere no hacerla y dejar perder una tradición histórica y, además, atractiva en la que los amigos se juntan en cuadrillas en torno a una hoguera y disfrutan de una noche atípica que se celebra, sólo, una vez al año. Así, desde este reducto aislado de la web y de este gran mundo que es internet me gustaría hacer un llamamiento a todos aquellos ayerbenses (y no ayerbenses) que este año no se animaron a encender un fuego que significa mucho más que una borrachera. Una fiesta que significa el orgullo de un pueblo como el nuestro, que significa el luchar por lo que queremos, que significa seguir con el legado de nuestros antepasados y celebrar, en las mismas fechas que ellos lo hacían, la posibilidad de juntarte con tu familia o con tus amigos. Así pido también la colaboración de todos los ceneienses para que de aquí a un año vayan promulgando la idea (a los más jóvenes sobre todo) de que es necesario seguir adelante con nuestras tradiciones para que no se pierda la identidad de un pueblo que, como siga a este ritmo de dejadez y desuso, la acabará perdiendo.
Por último, y tras esta parrafada, me gustaría comentar públicamente mi indignación y mi desconcierto al enterarme de cierta noticia incomprensible. Para el que no lo sepa se la voy a contar. Cierto es que desde que abandonamos la hoguera la noche del sábado al domingo, los últimos que nos quedamos recogimos únicamente los vasos, platos y desechos que quedaron de la cena. Cierto es que podríamos haber recogido, con mayor esmero, la mesa, el banco y las cenizas de la hoguera en ese mismo instante. Pero cierto es también que hay personas con muy, pero que muy poca paciencia. En un pueblo con mil habitantes, en el que nos conocemos todos y en el que, se supone, cabe el uso del diálogo, no son lógicas las quejas que hemos recibido por parte de algunas personas de la zona en la que hicimos la hoguera. Hasta tal punto llegó la situación que alguna de esas personas hizo fotos del sitio (estaba con la mesa, el banco y las cenizas...nada más) con el fin de amenazarnos con denunciarnos a la Guardia Civil. El martes ya estaba recogido todo. No porque hubiésemos recibido esa amenaza, sino porque era lo que íbamos a hacer desde un principio. Que a lo mejor lo deberíamos haber recogido esa noche, puede ser. Que quizás deberíamos haber ido el domingo a recogerlo, era la idea pero al final no quedamos. Pero que ya el lunes tengamos amenaza por no haber recogido las cenizas de una hoguera en dos días siendo que las demás estaban aún por las plazas (incluida la oficial), no cabe en mi asombro. Parece que aún en un pueblo con un millar escaso de habitantes en el que nos conocemos todos y en el que se supone se pueden hablar las cosas sin necesidad de amenazas, hay personas que de paciencia tienen poco. Al parecer nunca, nadie, ha sido joven. Al parecer, nunca han debido celebrar San Pablo. Si es así, lo siento por ellos.